El pasado 2 de noviembre honramos la memoria de todos los fieles difuntos, en particular de nuestros seres queridos. Estos ya gozan de la presencia del Señor, junto a María Auxiliadora y a San Juan Bosco en el cielo. Esta celebración sirvió para recordar que hay vida más allá de la muerte, que ellos interceden por nosotros y que nosotros rezamos por ellos, que los cristianos somos personas de esperanza, que creen en un Dios de vivos y no de muertos.